Leer.es / Blog / El libro impreso frente al libro digital: hacia una convivencia pacífica

Los nuevos avances tecnológicos y la influencia que estos ejercen en la conducta de la sociedad han producido, como en tantos otros aspectos de nuestra vida, un cambio en los hábitos lectores y en las formas de aprendizaje.

Nos encontramos rodeados de ordenadores, tabletas, móviles, televisiones, vídeos, videojuegos y herramientas afines como internet y las redes sociales que favorecen el acceso continuo a la información. El aprendizaje puede surgir en cualquier momento y en cualquier lugar, solo es necesario alguien con ganas de aprender y acceso tecnológico a la información que necesita.

 

En este contexto, la aparición del libro en formato digital como alternativa al libro impreso era, cuanto menos, predecible. Pero el debate entre uno y otro formato se perpetúa. Es indudable que la elección de uno u otro supone una serie de ventajas e inconvenientes. A favor del libro impreso estaría la relación física y emocional que establece el lector con las páginas. Por su parte, el libro digital, más “frío”, ofrece un enorme ahorro de espacio, es más fácil de transportar, puede ajustar el tamaño de letra y, en muchos casos, es más económico. Además, continuamente surgen nuevas iniciativas para facilitar el acceso al formato digital, como la creación de bibliotecas públicas 100% digitales (como en San Antonio, Texas).

Foto: Ourit Ben-Haim

A pesar de todas estas aparentes ventajas muchos lectores aún prefieren el libro de papel. ¿Por qué? ¿Cuáles son realmente las ventajas o desventajas del uso de cada uno de ellos? ¿Cómo afecta la lectura digital a la compresión lectora o al aprendizaje?
Numerosos estudios se han realizado ya sobre las virtudes e inconvenientes de la utilización de libros digitales frente a los libros impresos, pero los datos obtenidos, lejos de ser concluyentes, son contradictorios en muchos aspectos. Por ejemplo, los estudios realizados por Anne Mangen en el Reading Centre of the University of Stavanger o los llevados a cabo por Jean-Luc Velay de la Universidad de Aix-Marseille, indican que leer libros impresos favorece la comprensión lectora; por otro lado, un reciente estudio llevado a cabo por Jim Johnson de la Universidad Estatal de Indiana o el realizado por la psicóloga Sara Margolin de la Universidad Brockport, señalan justamente lo contrario, que el soporte no afecta a la comprensión lectora.

Otros estudios, como el llevado a cabo por Anne Campbell de la Open University of Scotland, concluyen que los dispositivos móviles promueven una lectura más profunda pero un menor aprendizaje activo. En España también se han desarrollado estudios sobre lectura digital. Entre ellos destaca el proyecto Territorio Ebook de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez que recoge algunos indicios sobre los cambios que el soporte digital puede provocar en las generaciones futuras.

Imagen: Wikimedia Commons

Podríamos concluir diciendo que tocar lo que se ve ayuda a formar un mapa mental de la lectura, lo que es especialmente importante a la hora de enfrentarnos a textos lineales largos. Pero también es cierto que la competencia lectora está cambiando debido a unas tecnologías digitales que obligan a una nueva forma de leer, intermitente y fragmentada. Esta transformación se hace más evidente en los denominados nativos digitales, término acuñado por Marc Prensky en su libro “Inmigrantes Digitales” para referirse a aquellos sujetos que no solo conocen y utilizan las nuevas tecnologías, sino que además son capaces de crear y compartir mediante ellas nueva información, alcanzar objetivos o resolver problemas. Frente a ellos estarían los inmigrantes digitales, individuos que no están tan acostumbrados al uso de la tecnología pero que han tenido que adaptarse a una sociedad cada vez más tecnificada. Esta división tiene una gran influencia en la preferencia por uno u otro formato pero tampoco es determinante. Por ello la lectura no puede limitarse a un único formato. La llegada del libro digital solo ha supuesto una ampliación del abanico de posibilidades a la hora de consumir la cultura ya que, en realidad, los lectores interactúan con ambos tipos de libros.

Quizá el futuro del libro esté en el formato digital, pero aún tendrá que convivir mucho tiempo con los que se adquieren en papel.