Leer.es / Blog / Breve historia de la Literatura Infantil en España: Día Internacional del Libro Infantil

En conmemoración del nacimiento del escritor danés Hans Christien Andersen, se celebra el día 2 de abril, desde hace ya cuarenta y nueve años, el Día Internacional del Libro Infantil. Con el propósito de celebrar y promover el fomento de la lectura entre los más pequeños, se propone un breve repaso a la historia de la literatura infantil en nuestro país para tener muy presente el interesante camino vivido por este género narrativo, que, día a día, se estudia con mayor frecuencia en las aulas por su carácter interdisciplinar.

La literatura Infantil en España cuenta actualmente con gran prestigio tanto nacional como internacional. Es una fuente inestimable de aprendizaje conceptual así como de valores, que motiva a niños y niñas para desarrollar su imaginación y el pensamiento creativo. La historia del cómo ha llegado a ser lo que es en nuestro país, es una historia ligada a los acontecimientos históricos y ha logrado ser un fenómeno cultural y comercial de importante magnitud, por tanto, de creciente estudio académico.

La literatura infantil en España no despega realmente hasta finales del siglo XIX gracias a los avances técnicos y a las demandas de una creciente y paulatina escolarización. A esta primera época dorada pertenece Saturnino Calleja que inicia la publicación de libros infantiles, accesibles para todos los públicos, llenos de prototipos virtuosos que reflejan una concepción idealizada del mundo infantil. De esta época, y a modo de anécdota, viene la frase popular: “Tener más cuento que Calleja”.

A primeros de siglo XX, con la modernización de ideas educativas traída por la Institución Libre de Enseñanza, se empieza a considerar la literatura infantil como un género serio que contribuye al desarrollo integral de los niños. La narración se basa en la realidad y tiene a niños como protagonistas. En estos primeros años surgen figuras como Elena Fortún con su famosa Celia y su hermano Cuchiflitín, o María Teresa León.

Los años de la Guerra Civil suponen para el libro infantil, igual que para el resto de esferas culturales, que este se convierta en vehículo propagandístico a favor de un bando o del otro. Una vez terminada aquella, vienen años de censura en los que no se permitía la utilización en el ámbito literario de otra lengua que no fuera la oficial, así como se incentivaba en la temática infantil que se trataran temas religiosos, históricos y folclóricos. Obras como “Marcelino Pan y Vino” de José María Sánchez Silva, pertenecen a esta época.

No es hasta la época de los 60, ayudado por el crecimiento económico y las nuevas corrientes liberalizadoras que se inician tareas serias de fomento del libro infantil, publicándose títulos clásicos en nuestro idioma de la literatura infantil universal. Voces como la de la poetisa Gloria Fuertes o la narradora Ana Mª Matute comienzan a dar certeros pasos indicando el cambio.

A partir de mediados de los 70 y sobre todo en los 80, impulsado por el restablecimiento de la democracia, se vive un boom en la literatura infantil con apertura a diferentes géneros como el fantástico y con la publicación de cientos de títulos que encuentran demanda en las populares bibliotecas escolares, así como en los quioscos que se convierten, gracias a las campañas televisivas, en top de lugares de venta de libros infantiles.

En los 90, la avalancha de publicaciones se frena reajustándose a las demandas reales del mercado y, ya comenzando el siglo XXI con la creación de bibliotecas específicas para niños, los libros en soportes que no solo son en papel, la incentivación de concursos, premios y congresos, nos llevan a la realidad actual que ofrece un panorama muy amplio e interesante para el libro infantil que está muy presente en las aulas como recurso educativo en sus distintos géneros literarios animando y fomentando el gusto por la lectura.