Leer.es / Juegos con textos

¿Para qué?

  • Aprender a controlar la propia comprensión y no quedarse con lagunas importantes.
  • Saber reaccionar cuando no se entiende algo y buscar la mejor solución.

¿Cuándo?

  • Cuando sean capaces de leer con una cierta autonomía; cuando conozcan el código.
  • Siempre que queramos, planteándolos como un juego.

¿Cómo?

Comentar y preguntar. Comentar el contenido de las lecturas, especialmente si se están preparando trabajos escolares. También es conveniente intentar saber si han sido capaces de seguir el hilo de sus lecturas personales, si han disfrutado con la historia. Puede ser útil tener previstos algunos juegos que les haga conscientes de que se están perdiendo y que mejoren su capacidad de reaccionar ante problemas de comprensión.

El juego de los errores. Se trata de preparar un texto escrito con algunos gazapos. Se pueden cambiar algunas palabras que, aunque no imposibiliten la comprensión, introduzcan cierta dificultad en la interpretación del texto. Después se puede proponer que ellos escriban frases semejantes y organicen concursos para ver quién localiza antes el gazapo, sustituyéndolo por la palabra verdadera. Un ejemplo:

Estaba tendiendo agua y se me ha roto el vaso.

Surcaba el ancho mar con su marco velero y visitaba todos los muertos de la Antillas.

Estuvieron toda la coche esperando bajo la alubia y amanecieron empapados.

La baraja textual. Hagamos dos o tres fotocopias del mismo texto, una por jugador. Ocupémonos de partir cada copia en tres o cuatro partes. Barajemos y repartamos los fragmentos: a ver quién es capaz de componer antes su texto. Seguramente habrá que ingeniárselas para conseguir los pedazos que tengan otros jugadores. Inventemos unas normas para conseguirlos. Podemos utilizar las de algún juego con la baraja. Con fragmentos de textos, podemos inventar muchos juegos similares. Lo importante es que los niños lleguen a ordenar un texto desmontado. Si lo logran, es que lo han comprendido adecuadamente.

El juego del idioma desconocido. Partimos de un texto corto que cuente una pequeña historia. Cambiamos todas las palabras por otras inventadas, absolutamente irreconocibles. Procuramos mantener la estructura de las frases, respetando las terminaciones de los verbos, los artículos y las conjunciones. Veamos un ejemplo:

Kobía una lan, un mistón que ladía en una maca acusta con su cula y su tulo. Un liri aconjinió un ratulo vituna y se molió la papula del mistón.

El mistón caró a su cula y tranieron contra el ratulo vinula, pero no mutieron aconijar la papula.

El mistón y su cula tranieron a su tulo y entre los tres aconieron el ratulo vinula.

Entonces acojinaron la papula del mistón.

El liri raspotinó amolinando y tuleron balines y apojaron fanices.

Si nos preocupamos de preguntar algunas cosillas, seguro que somos capaces de responder: ¿dónde ladía el mistón?, ¿con quién ladía el mistón?, ¿quiénes eran los tres que aconieron el ratulo vinula?, ¿quién se molió la papula del mistón?

El diccionario. Con él podemos practicar muchos juegos; el más sencillo será buscar significados de palabras cuando no seamos capaces de entender lo que leemos por culpa de una palabra que se resiste. Conviene utilizar un diccionario apropiado a la edad de los niños. Se pueden organizar otros posibles juegos, como encontrar palabras que tengan algo que ver con un tema determinado recurriendo a su raíz. Formar palabras derivadas de otra y buscarlas en el diccionario para comprobar si existen o no. Por ejemplo:

agua aguacero aguadora aguadera aguar aguación* aguamala agualera* aguasar* aguada

Competir para ver quién encuentra la página con más palabras que tengan las tres letras iniciales iguales y luego leer el significado de algunas de ellas.

No olvidemos que para los pequeños existen diccionarios visuales que nos pueden sugerir juegos semejantes.

 

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